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lunes, 30 de agosto de 2010


"Tenemos una importante tarea, tal vez una de las más importantes en la historia contemporánea, avanzar en la Revolución, profundizarla con leyes provenientes del pueblo y defenderla ante la crisis del capitalismo que amenaza con quitarle los recursos a los pueblos y hundir nuestros sueños de libertad."

Blanca Eekhout

Ministra venezolana de Comunicación



ROMPIENDO LAS BARRERAS DE LO POSIBLE


La dialéctica no es una propuesta de pasividad sobre las relaciones entre sujetos, es la síntesis activa, la lucha de clases y su contexto, la batalla tangible. No podemos conformarnos con contemplar la historia para pensar el cambio, debemos ser participantes activos de la trasformación.
La dinámica propia de esta propuesta nos convoca a ser partícipes de los procesos de avance, motorizar todas las transformaciones necesarias para ensanchar la puerta que hoy se viene abriendo. Ese avance no se logra tan sólo con la reproducción cuantitativa de los discursos, la sumatoria de voluntades no implica cambio. La tarea no concluye en multiplicar, es necesario dar un salto cualitativo por la vía de la profundización.
Por profundizar entendemos sostener y afianzar los logros alcanzados, aquello que se hizo, utilizando estos logros como base para encarar un proyecto social, político, económico y cultural con objetivos claros; lo que falta, un proyecto que apueste a ampliar la democracia participativa creando poder popular, distribuir la riqueza, en el marco de un proceso de disputa cultural en el horizonte de la sociedad y el hombre nuevo.

UN MISMO MEJOR DESTINO

A nadie escapa que, en este comienzo del siglo XXI, se han concatenado ascensos al gobierno de un grupo de referentes políticos que encarnan un proceso de transición posneoliberal en el subcontinente latinoamericano.
Es clara la heterogeneidad de los procesos nacionales entre sí, pero no deja de ilusionar la potencialidad emancipadora que incuba el rumbo de unidad latinoamericana en disputa con el imperio.
En este sentido, puede destacarse un punto de inflexión en la batalla que viene dando la reacción en todo el continente. Las clases dominantes y el imperialismo han definido la necesidad de abortar el proceso en marcha.
Se presenta entonces para los distintos gobiernos y sus pueblos un dilema de hierro; o se radicalizan las reformas apuntando al socialismo, o se resignan los avances ante la restauración de las derechas. Los gobiernos que han podido sostener sus reformas han profundizado el proceso de cambio ampliando el nivel de participación popular, lo que actúa como garante fundamental en la defensa de los logros en un marco de ofensiva. La tercera vía socialdemócrata ha demostrado su caducidad como proyecto alternativo al neoliberalismo.
Esta lectura de la coyuntura latinoamericana nos provee ejemplos que la revalidan. Es el caso de Chile que nos demuestra que quien no radicalice, no recibirá el apoyo militante de su pueblo, y pordrá ser desplazado por la clase dominante. Al mismo tiempo, estos casos nos alertan sobre el peligro de fortalecimiento de un centrizquierda de oposición que actúa en la práctica como brazo "progre" en la restauración conservadora.
Debemos repensar el rol de la izquierda y el progresismo en el escenario político actual. Podemos idealmente diagramar el modelo de sociedad que queremos, sin embargo es tiempo de pensar el camino para avanzar hacia ese ideal. Nuestro rol es, desde la autonomía, crear poder popular. Y fortalecer ese poder para alcanzar dos objetivos que están en nuestro rumbo hacia un nuevo país. Esos objetivos son, por un lado confrontar con la derecha que se propone recuperar todo el espacio perdido, y por otro estimular al gobierno por medio del apoyo y la crítica constante para que se radicalice en un definido proyecto antiimperialista.


ABRIR LAS PUERTAS

Esta casa de estudios, la universidad del pueblo, no puede quedar al margen en este contexto de cambio. Nuestra lucha por la educación pública y para todos debe constituirse en un movimiento de transformación más amplio, donde la unidad de los sectores sociales agredidos por este sistema de concentración de la riqueza sea la piedra angular del proceso de emancipación posible y necesario.

Tenemos que asumir como estudiantes de la UBA una tarea doble: tenemos el trabajo de ganar la batalla de ideas desde la producción intelectual para hegemonizar debates en detrimento de los sectores de intelectualidad de derecha, y además, debemos trasladar esas ideas a la práctica de cada día, para que cada idea sea sustentada con la construcción concreta de un país más justo para todos.




domingo, 29 de agosto de 2010